martes, 14 de abril de 2009

CARTA ABIERTA A LOS DIPUTADOS “GOLONDRINA”:

No soy abogada, ni política; soy uno de esos millones de argentinos anónimos con escaso o nulo conocimiento de leyes, que hemos vivido y educado a nuestros hijos simplemente desde el sentido común. Y mal no nos fue.
Pero la política se mueve dentro de un universo diferente del que más o menos funciona para las áreas de los ciudadanos comunes y corrientes.
Así son las cosas: si un maestro se va de una escuela, no se lleva a los alumnos; si un cura se aleja de su iglesia, no se lleva a sus fieles; si un dirigente se cambia de club, no arrastra a los socios, etc. ¿Por qué? Porque la Institución trasciende las personas que, circunstancialmente, las representan. Porque esos alumnos, devotos, fanáticos y pollitos varios, no son un harén perteneciente al representante de turno.
Cuando yo voto, elijo una “mirada del mundo” (por resumirlo de alguna manera): un partido político. Yo no elijo al Sr. XX por él, porque XX por sí mismo, no representa nada. Él “es”, en función de las ideas que encarna, que son las ideas en las que él cree y yo creo. Si XX no cree más en lo que yo creo, puede irse donde quiera: LO QUE NO PUEDE ES LLEVARME CON ÉL ¡PORQUE NO ME LO PREGUNTÓ!
Sr. Diputado, con el respeto que merece su investidura ¡respete ud. también la investidura! que no es su propiedad privada sino de quienes se la “prestamos” para que hable en nuestro nombre.
Cuantas veces se habla “del pueblo” parecería referirse a una pasta de entidades no identificables; quizá por eso, cometo la torpeza de hablar por mí: “yo” no tengo voz (micrófono) pero TENGO VOTO, y ese voto es “mi” manera de hablar. “Yo” estoy cansada de las trampas, las traiciones, las gambetas.
“Yo”, le exijo que devuelva lo que no es suyo, que en todo caso es “mio”. Algo parecido me genera cuando un funcionario ELEGIDO PARA UN CARGO, lo utiliza como trampolín para saltar a otro. Y esto abarca a figuras honorables como la actual vicejefa de Gobierno, que está a punto de hacer algo que ella misma criticó (según sus propias palabras) como a otros personajes que degradan la función pública con su oportunismo.
Comencé hablando de los hijos, y termino con lo mismo: las cosas que nos resultan excepcionales, a fuerza de repetidas, no nos llaman la atención. ¿A dónde irá a parar nuestro mundo cuando cualquier orden de cosas nos parezca lo mismo?
Los que nos creemos diferentes, vamos a tener que demostrarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario